Codri y la Gran Búsqueda

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Status: Finished  |  Genre: Children Stories  |  House: Booksie Classic

En la Amazonía peruana, una familia de cocodrilos es perturbada por el ruido de máquinas y gritos humanos. Huyeron a un lugar seguro, pero en medio del caos, se dan cuenta de que su hijo no está con ellos. La madre promete volver por él. El pequeño cocodrilo, asustado, se había escondido y al salir se da cuenta de que está solo.

Lleno de determinación, decide buscar a su familia. En su camino, conoce a Lola, una coneja sabia que lo anima y lo nombra Codri. Juntos, inician la búsqueda.

En su aventura, se encuentran con Ojos, un búho que les dice haber visto a un grupo de cocodrilos dirigirse hacia el sur. Ojos los guía hasta Simu, un mono que conoce muy bien la selva. Simu se une a la búsqueda y los guía a través de ríos y áreas peligrosas.

Durante el viaje, Codri se siente ansioso, pero Simu lo anima contándole su propia historia de cómo se perdió y fue encontrado por sus amigos.

Finalmente, llegan a un claro donde Codri ve a sus padres. Lleno de alegría, corre hacia ellos y se reencuentra con su familia.

La familia de Codri agradece a Lola, Ojos y Simu por traer de vuelta a su hijo y celebran juntos su reencuentro. Codri aprende que la verdadera familia no solo es de sangre, sino también de amistad y apoyo incondicional.

Codri y la gran búsqueda

 

Erasé una vez, hace muchos años, en la Amazonía peruana, donde habitaban varios grupos de cocodrilos. Entre ellos se encontraba la familia del pequeño cocodrilo, una familia muy unida que vivía feliz en su hogar junto al río.

 

Una mañana, mientras el sol se reflejaba en el agua del río, el pequeño cocodrilo jugaba cerca de la orilla, explorando su entorno. Le encantaba perseguir mariposas y sumergirse en el agua en busca de peces. Mientras tanto, su familia descansaba a la sombra de los árboles, disfrutando del cálido día.

 

De repente, un ruido extraño interrumpió la tranquilidad. Al principio, era un murmullo lejano, pero poco a poco se convirtió en un estruendo aterrador. Los cocodrilos se miraron entre sí, preocupados. Los árboles comenzaron a temblar y el sonido de motores y gritos humanos llenaron el aire. Comprendió que su hogar estaba en peligro. Sin perder tiempo, reunió a todos los cocodrilos para buscar un lugar más seguro.

 

La confusión y el miedo se apoderaron del grupo. Todos estaban muy inquietos y decidieron partir rápidamente. Sin embargo, en medio del caos, los padres del pequeño cocodrilo se dieron cuenta de algo terrible: ¡su hijo no estaba con ellos! Desesperados, lo llamaron, pero no obtuvieron respuesta. El pequeño cocodrilo, asustado por los ruidos y la repentina agitación, se había escondido entre unos arbustos sin que nadie lo notara.

 

Los demás cocodrilos insistieron en que debían marcharse antes de que los humanos llegaran a destruirlo todo. A pesar del dolor, la madre del pequeño, agotada de tanto gritar y con lágrimas en los ojos, tomó una decisión difícil: de los demás, pero prometió que volvería a buscar a su hijo.

 

Cuando todo quedó en silencio y los ruidos de los humanos se alejaron, el pequeño cocodrilo salió lentamente de su escondite. Miró a su alrededor con miedo y notó que su familia ya no estaba. Su hogar se veía diferente, con árboles caídos y el agua del río removida por las máquinas.

 

—¡Mami! ¡Papi! ¿Dónde están? —exclamó con la voz temblorosa—. ¿Por qué no hay nadie...?

 

Después de varios intentos llamando a su familia, se dio cuenta de que estaba completamente solo. Se sintió triste, pero en su corazón nació una gran determinación: tenía que encontrarlos.

 

Desde aquel día, el pequeño cocodrilo decidió que no se rendiría. Su vida cambió y así comenzaron sus aventuras.

 

En su primer día de búsqueda, conoció a Lola, una vieja coneja muy sabia que llevaba mucho tiempo en la selva. Al escuchar su historia, Lola sintió curiosidad y le preguntó:

 

—¿Quién eres?

 

—Soy un cocodrilo y estoy buscando a mi familia —dijo con tristeza—. ¿Sabes dónde están?

 

-¡Oh! Creo que sé de qué hablas —respondió Lola—. Vi a un grupo de cocodrilos desde hace poco. Parecían muy preocupados.

 

—Entonces es cierto... me dejaron atrás —susurró el cocodrilo con voz temblorosa—. Mis padres me abandonaron...

 

—¡No digas eso! —exclamó Lola—. No los conozco, pero estoy segura de que nunca te habrían abandonado. Seguramente te estaban buscando.

 

El pequeño cocodrilo pensó por un momento y respondió:

 

—Tal vez tengas razón, pero... ¿cómo encontraré a mi familia?

 

—No te preocupes —dijo Lola con una sonrisa—. Ahora estás con una vieja coneja llamada Lola, quien te ayudará a encontrarlos.

 

—Gracias, Lola —dijo el pequeño cocodrilo—. Con todo lo que ha pasado, olvidé preguntarte tu nombre. Lola es un nombre bonito.

 

-¡Perder! —respondió con orgullo—. Y tú, ¿cómo te llamas?

 

—No tengo nombre... mis padres aún no me lo habían dado —susurró con tristeza.

 

—¡Eso no puede ser! —exclamó Lola—. Entonces, te pondré un nombre que sea perfecto para ti. Déjame pensar...

 

Después de unos minutos, los ojos de Lola brillaron con emoción.

 

—¡Ya lo tengo! Desde hoy, te llamarás Codri. ¡Es perfecto para ti!

 

—¿Codri? —preguntó el pequeño—. ¿Por qué Codri?

 

—Porque eres un cocodrilo, cariño, y Codri suena divertido y especial —explicó Lola con entusiasmo—. ¡Estoy seguro de que te gustará!

 

—¡Codri! —repitió el pequeño con alegría—. Sí, me gusta mi nombre. Ahora soy Codri y tú, Lola.

 

—Exacto —dijo Lola—. Ahora, Codri, busquemos a tu familia juntos.

 

-¡Si! Es lo que más quiero —dijo Codri en un susurro—. Los extraños mucho...

 

—No te preocupes, Codri. Los encontraremos. ¡Ya verás! —aseguró Lola.

 

Así comenzó la gran aventura de Codri. Mientras avanzaban, la selva se oscurecía y, de pronto, un ruido extraño los hizo detenerse. Mirándose el uno al otro con sorpresa, Lola exclamó:

 

—¡¿Hay alguien ahí?! ¡Muéstrate si eres valiente!

 

En ese instante, una voz aguda respondió:

 

—¡Lola!

 

Codri y Lola se quedaron inmóviles. ¿Quien los llamaba? ¿Qué les esperaban en su travesía?

 

De entre las sombras, apareció un búho de grandes ojos brillantes. Era Ojos, un viejo amigo de Lola.

 

—¡Ojos! —exclamó Lola con alegría—. ¡Qué sorpresa verde!

 

—El gusto es mío, querida amiga —respondió Ojos—. ¿Quién es tu joven acompañante?

 

—Este es Codri —dijo Lola—. Está buscando a su familia. Se separaron cuando los humanos llegaron a la selva.

 

—Entiendo... —dijo Ojos, reflexionando—. Creo que vi a un grupo de cocodrilos dirigiéndose hacia el sur esta mañana. Parecían apresurados.

 

—¡Es mi familia! —exclamó Codri con esperanza—. ¿Puedes ayudarnos a encontrarlos?

 

—Por supuesto —asintió Ojos—. Conozco a alguien que podría guiarlos mejor que yo. Se llama Simu, un mono que vive no muy lejos de aquí. Él conoce cada rincón de la selva.

 

—Entonces, ¡vamos a buscar a Simu! —dijo Lola con determinación.

 

Guiados por Ojos, el grupo se adentró más en la selva hasta llegar a un gran árbol donde Simu solía pasar el tiempo. Al llegar, Ojos llamó:

 

—¡Simu! ¡Baja, necesitamos tu ayuda!

 

Desde las alturas, un mono juguetón descendió ágilmente, mirando con curiosidad a los visitantes.

 

—¡Hola amigos! —saludó Simu—. ¿En qué puedo ayudarte?

 

Lola explicó la situación, y Simu, con una sonrisa, respondió:

 

—Conozco un atajo que nos llevará rápidamente hacia el sur. ¡Síganme!

 

Juntos, aprendieron el camino, enfrentaron diversos desafíos: cruzaron ríos caudalosos, sortearon áreas despejadas por los humanos y se apoyaron mutuamente en todo momento. La amistad entre ellos se fortalece con cada paso.

 

Durante el trayecto, Codri no podía evitar sentirse ansioso. Aunque estaba agradecido por la ayuda de sus nuevos amigos, el miedo de no volver a ver a su familia lo abrumaba. Al notar su inquietud, Simu decidió animarlo.

 

—¿Sabes, Codri? —dijo Simu mientras saltaban de una roca a otra—. Una vez me perdí de mi grupo. Pensé que nunca los encontraría, pero gracias a la ayuda de amigos como Lola y Ojos, pude regresar a casa.

 

—¿De verdad? —preguntó Codri, con los ojos llenos de esperanza.

 

—¡Claro que sí! —respondió Simu—. La selva es extensa, pero cuando tienes amigos a tu lado, ningún camino es demasiado difícil.

 

Estas palabras reconfortaron a Codri, dándole fuerzas para continuar. Después de una larga travesía, llegaron a un claro donde se encontraba un grupo de cocodrilos descansando junto a un lago cristalino.

 

Codri, con el corazón acelerado, buscó entre ellos hasta que vio a sus padres. Sin poder contener la emoción, gritó:

 

-¡Mamá! ¡Papá! —mientras corría hacia ellos.

 

Sus padres, al verlo, se llenaron de alegría y lo abrazaron con fuerza.

 

—Hijo, pensamos que te habíamos perdido para siempre —dijo su madre con lágrimas en los ojos.

 

—Gracias a mis amigos, pude encontrarlos —respondió Codri, señalando a Lola, Ojos y Simu.

 

Los padres de Codri se acercaron a los tres amigos y, con profunda gratitud, dijeron:

 

—No tenemos palabras para agradecerles por traer de vuelta a nuestro hijo. Siempre serán bienvenidos en nuestro hogar.

 

Esa noche, la familia de Codri organizó una gran celebración en honor a sus nuevos amigos. Bajo el manto estrellado, compartieron historias, risas y promesas de futuras aventuras juntos.

 

Desde ese día, Codri comprendió que la verdadera familia no solo está formada por lazos de sangre, sino también por aquellos que te apoyan en los momentos más difíciles. Junto a Lola, Ojos y Simu, vivieron innumerables aventuras, explorando los rincones más recocónditos de la selva y fortaleciendo una amistad que duraría para siempre.

 

Fin.


Submitted: February 20, 2025

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